Solemne
en su pedestal de arrugas,
angostado y ajado,
semiderruído el orgullo
encriptado y ufano
en el atardecer de su edad,
indemne
a la insolencia del miedo
impaciente
por nacer cada mañana,
despistado e inquieto,
desvestido de heridas
sabio e inocente,
entre sudores de envidia,
desvencijada la angustia,
huracanado el aliento
deforme
por el lastre del tiempo,
sucio y absurdo,
eterno profeta de la mentira
suburbano y rural,
receloso de la sílaba ausente,
desubicado indígena
en la patria del olvido
decadente,
diccionario de promesas,
pulido de pudores
en el ocaso del silencio
anciano,
sudoroso calendario
de fracasos y despistes,
exhumada su suerte
Desafiante,
su mirada perdida
hacia el surco del silencio
permanece solemne
De "Sentimientos de un extraño"
Francisco J. Picón
Todos los derechos reservados en el Registro de la Propiedad Intelectual
Francisco J. Picón
Todos los derechos reservados en el Registro de la Propiedad Intelectual
Me pregunto en qué momento tomamos conciencia de nuestra propia vejez. Aún siendo joven, y a sabiendas que vamos hacia ese camino, esa línea en la cual desearía estar “pulida de pudores” ser indemne al sentimiento de ese insolente miedo. Hay días que pesan mucho más que la propia vejez y ni tan siquiera, por segundos uno puede escudarse en el olvido propio de la vejez…
ResponderEliminarUna muestra más, en esta poesía para poder felicitarte por tan grato momento de lectura y meditación.
Abrazos Fran.
Es un auténtico lujo para mí tenerte como lectora, comparto tus palabras plenamente, la vejez llega y, normalmente, no tomamos conciencia de ello nunca... Besos!
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