En sus cuencas vacías
se perdían las miradas de tantos ojos
abandonados al reflejo del iris del olvido
En sus labios resecos y entreabiertos
fenecían estertores de sueños incumplidos
entre caries de palabras muertas
y obscenos gestos de ingrávida arrogancia
En sus dedos rígidos
se anillan arrugas de soledades y hastío
a modo de anillos que eluden
el compromiso con la verdad
Y en su pecho desfallecen latidos
que agonizantes se funden
con la amalgama de heridas
forjadas en la batalla de la derrota
de los sentidos…
En su vida sólo una fortuna
anidó en el regazo de su destino
a modo de efímera sonrisa aleatoria
Ahorró fracasos en la cuenta corriente
del amor eterno caducado de tiempo,
pagando intereses de demora en cada suspiro
y cuotas de crédito añadido en sus pupilas
Navegó en el océano del destierro
saboreando granos de arena en el oasis del silencio,
cada mañana en la habitación de la rutina
renovaba desencantos junto a desconchones de una piel
aburrida de escarificar cicatrices de miedo…
En su muerte una sábana de indiferencia
veló su cuerpo en el tanatorio de la desidia,
entre ramos de espinas huérfanas de flores
enlutadas manchas de rencor
decoraban el féretro hurtado a la miseria
En su lápida cohabitaban palabras huecas
con forzadas condolencias emanadas de la costumbre
y un gesto impaciente en forma de lluvia impertinente
agota el tiempo de la despedida
de una persona sin nombre ni recuerdo,
sin rostro, sin lamentos….sin vida
De "Con la vida a cuestas"
Editorial Quadrivium
Francisco J. Picón
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