Me han mirado las aceras
con indolencia,
como si mis pisadas
ultrajasen su sosiego
y no mereciese la pena
la queja insondable
La sombra de mi reflejo
se evade por las vidrieras
de la intransigencia,
en busca de perfiles
faltos de abrazos
Mi ausencia
escolta al silencio
de una ciudad inconsciente,
entre bullicios y efluvios
podridos de soledad
Y mi cuerpo,
huérfano de linaje
o sonrisas,
abandona la esencia
de las aceras,
deshonrado y apocado,
para hibernar
en la morada del egoismo.
Publicado como colaboración en el libro:
"Escrito sobre la arena" de Genoveva Rodea
Editorial Quadrivium
A beneficio de los damnificados en el terremoto de Haití
Todos los derechos reservados en el Registro de la Propiedad Intelectual
"Escrito sobre la arena" de Genoveva Rodea
Editorial Quadrivium
A beneficio de los damnificados en el terremoto de Haití
Todos los derechos reservados en el Registro de la Propiedad Intelectual
Qué hermoso poema, mis palabras quedarían pobres en adjetivos. Soy parca en palabras, mi comentario es tan solo un paso por este tu espacio dónde las emociones asaltan al leer.
ResponderEliminarAbrazos.
Es un lujo recibirte por aqui, Mariah, y recibir la caricia de tus palabras. Un beso grande
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