IX
Primavera en el jardín de la edad
Caminábamos con la certeza de no saber dónde íbamos... pero con la altivez de los que creen que pedir consejo es una instancia al reconocimiento de nuestra ignorancia... sorteábamos los obstáculos a empentones de orgullo, mezclados con impulsos de amor propio e improperios de pedantería disfrazada de conocimiento...
En los arrabales de la juventud perdimos las flores descapulladas de la planta de la inocencia... el trabajo ocupó el espacio que, antaño, disfrutaban las copas, los bailes, la diversión... la responsabilidad era sinónimo de entrega, resbalábamos por los toboganes del parque del dinero, nadábamos en las aguas turbias de la vecindad... un saludo era un reto y el reto era seguir siendo uno mismo, sin morir en el intento...
Las estaciones de la edad eran jueces implacables... árbitros que examinaban nuestra rutina... la ciudad, otrora acogedora, era una cárcel de sueños robados a la esperanza... el humo de las chimeneas era el paisaje de la cotidianidad... y el estrés sustituyó a nuestro infantil amigo invisible...
Era una primavera sin duende que daba paso a un verano sin sueños, en un otoño de recuerdos para, abrigados en la estufa del aburrimiento, esperar el dulce sabor del letargo del invierno...
Los años eran heridas en la piel que sólo cicatrizaban con nuevas heridas de otros años... la edad de la primavera era tan corta...
La primavera de la edad perdió su inocencia en el jardín del tiempo...
De "Cantares Silenciosos"
Francisco J. Picón
Todos los derechos reservados en el Registro de la Propiedad Intelectual
Francisco J. Picón
Todos los derechos reservados en el Registro de la Propiedad Intelectual
Es maravilloso disfrutar del mundo a traves de la mirada que te aportó la experiencia... y de paso, me permito el lujo de volver la vista atrás, hacia mis caminos recorridos, y reflexionar... Excelente....
ResponderEliminarGracias, es un lujo para mí tenerte en mi blog, un beso!
ResponderEliminarLa estaciones de la edad siempre son jueces implacables examinando nuestra rutina, pero en nosotros está revelarnos contra todo y contra todos y tratar de guardar siempre esa inocencia o esa primavera eterna, siempre es necesaria.
ResponderEliminarUn beso muy grande Fran, me encanta
Así es, Ana, de nuestra actitud depende todo, gracias por tu visita y tus palabras, un beson enorme
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