VIII
Semilla de madurez
Una mañana de otoño o una tarde de invierno, un mediodía en primavera o una madrugada de verano... no recuerdo cuándo, ni tan siquiera se me ocurre dónde...lo cierto es que, envuelta en papel de sensatez y con un lacito de cordura, apareció, en el fondo de una duda, una semilla de madurez...
Y los días se hicieron más cortos... y las noches perdieron ese toque de complicidad... lo importante me importaba e ignoraba la bisutería de la rebeldía...
Mis ansias de abanderar cruzadas contra la injusticia se mimetizaron con el miedo a perder... la mirada brillante de ambiciones se apagó con los aires de estabilidad... y en el fondo del espejo ya no se reflejaban ilusiones sino deberes por hacer... y la pensión de doña Felisa cedió su sitio a un pisito y el coche no fue testigo de fuegos encendidos... y el parque era un paseo y en la noche se dormía y los amaneceres eran fotografías... y mi novia era una madre y su hija era mía...
Nunca me enseñaron a ser padre... aprendí a borbotones de llantos nocturnos, de pañales saturados de torpezas y de noches abrazados a cincuenta centímetros de indefensa hermosura... y, a pesar de todo, pasaron segundos que, reconvertidos en minutos, alimentaban las horas que componían los días... y nunca aprendí a ser padre y comprendí que nadie me enseñó a ser hijo...
La semilla se hizo árbol y el árbol sigue creciendo... y yo sigo madurando...
Semilla de madurez
Una mañana de otoño o una tarde de invierno, un mediodía en primavera o una madrugada de verano... no recuerdo cuándo, ni tan siquiera se me ocurre dónde...lo cierto es que, envuelta en papel de sensatez y con un lacito de cordura, apareció, en el fondo de una duda, una semilla de madurez...
Y los días se hicieron más cortos... y las noches perdieron ese toque de complicidad... lo importante me importaba e ignoraba la bisutería de la rebeldía...
Mis ansias de abanderar cruzadas contra la injusticia se mimetizaron con el miedo a perder... la mirada brillante de ambiciones se apagó con los aires de estabilidad... y en el fondo del espejo ya no se reflejaban ilusiones sino deberes por hacer... y la pensión de doña Felisa cedió su sitio a un pisito y el coche no fue testigo de fuegos encendidos... y el parque era un paseo y en la noche se dormía y los amaneceres eran fotografías... y mi novia era una madre y su hija era mía...
Nunca me enseñaron a ser padre... aprendí a borbotones de llantos nocturnos, de pañales saturados de torpezas y de noches abrazados a cincuenta centímetros de indefensa hermosura... y, a pesar de todo, pasaron segundos que, reconvertidos en minutos, alimentaban las horas que componían los días... y nunca aprendí a ser padre y comprendí que nadie me enseñó a ser hijo...
La semilla se hizo árbol y el árbol sigue creciendo... y yo sigo madurando...
De "Cantares Silenciosos"
Francisco J. Picón
Todos los derechos reservados en el Registro de la Propiedad Intelectual
Francisco J. Picón
Todos los derechos reservados en el Registro de la Propiedad Intelectual
Todos los días se aprende, la madurez del ser humano nunca acaba por descubrirse, tal vez viene de la metáfora de la vida, de ahí que los arboles nos sobrevivan.
ResponderEliminarUn abrazo
Misk
Un placer verte por aqui y leer tu comentario, Misk, besotes!
ResponderEliminarUno no madura de pronto, en un ¡plop! de sabiduría. Ese proceso de ir aprendiendo y, lo que es más reconfortante, esa conciencia del proceso, de sentir que uno avanza siendo conciente de los errores y del camino por andar.
ResponderEliminarUna vez más, Fran, es un placer leerte y poder comentar en directo contigo las emociones que tus palabras me suscitan.
Un abrazo fuerte
Angelines
Avanzamos, Angelines, convirtiéndonos en la persona que somos, no en la que quisimos ser, ni tan siquiera en la que, una vez, fuímos...pero nos debemos reconocer al mirarnos en el espejo...y seguir avanzando... Un lujo tenerte por aquí.
ResponderEliminarLa vida te va enseñando poco a poco, a veces los tropiezos duelen pero seguimos caminando y aprendemos, vamos siendo cada vez más persona, nos queremos como somos, como vamos siendo.
ResponderEliminarDa gusto leerte Fran, un beso
Ana
El gusto es teneros por aqui, Ana, un beso enorme!
ResponderEliminarUn enorme placer leerte Fran y sólo añadir que me han llegado hondo tus palabras de semilla de madurez. Me parecen acertadas y además muy bien contadas.
ResponderEliminarGracias, Ángel, viniendo de tí es un auténtico orgullo. Un abrazo enorme
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