Una mirada,
retraída
y franca,
alumbra
la estancia
vestida
de perfiles
sin
alientos.
En
la sonrisa
se
esconde la ceniza
de
la nostalgia,
asentada
en las arrugas
de
la soledad.
Una
caricia,
desprovista
de piel,
bosteza
en el chaflán
del
olvido y la huída,
mientras
aguarda
una
yema del meñique
del
destino.
En
los labios,
agrietados
de miedos
y
desencantos,
anida
un beso
viudo
de lengua
y
deseo…
La
mirada
sucumbe
a manos
de
la autoridad
del
sueño,
y
la estancia
anochece
en silencio.
"Alambique de vestigios"
Editorial Quadrivium
Fran Picón
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