Llovía en la ciudad sin nombre
una tarde del mes del hastío,
sonaban estertores de monóxido
entre prisas y miradas insulsas.
una tarde del mes del hastío,
sonaban estertores de monóxido
entre prisas y miradas insulsas.
Sorbía lacónicos tragos de soledad
en la barra del bar de siempre,
entre mesas raídas de recuerdos
y olores añejos de desencanto.
en la barra del bar de siempre,
entre mesas raídas de recuerdos
y olores añejos de desencanto.
Una copa de alientos obsoletos
entre los labios resecos de la memoria
alimentaba las entrañas heridas de silencio.
entre los labios resecos de la memoria
alimentaba las entrañas heridas de silencio.
Un viento de resignación,
entre espasmos nerviosos de dejadez,
transporta rencores, demencias y fracasos
al inodoro enmohecido de la derrota.
entre espasmos nerviosos de dejadez,
transporta rencores, demencias y fracasos
al inodoro enmohecido de la derrota.
Llovía en la ciudad sin nombre
una tarde del mes del hastío,
el dióxido de carbono adormecía las gargantas
y derogaba el paladar del tiempo.
una tarde del mes del hastío,
el dióxido de carbono adormecía las gargantas
y derogaba el paladar del tiempo.
Llueve, todavía, en una ciudad sin nombre.
"En la caída 2.0"
Fran Picón
Todos los derechos reservados.
Cuánta melancolía...
ResponderEliminarBesazos.
¡Gracias, Lucía! Más besos.
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