Un
jeroglífico
de
suturas y ultrajes
transmuta
sus
huellas digitales
en
un laberinto
de
roña y sudores
En
su tez,
escarificada
por el paso
de
relegadas caricias,
nace
la tempestad
de
una mirada desubicada.
Una
bruma de hematomas
bosqueja
el horizonte
del
limbo de su paladar
y
un perfume
de
fiasco, desodorando
las
úlceras de su memoria,
inunda
las fosas nasales
del
ostracismo.
En
las palmas
de
sus carcomidas manos
sucumben
las dunas
del
desierto de una piel
en
la que cobijar
su
soledad.
Registrado
en
la bitácora de un adiós
se
deseca su nombre,
aderezado
en distancias
y
migajas de intemperie
De "Alambique de vestigios"
Editorial Quadrivium
Francisco J. Picón
Todos los derechos reservados
parecido a una sombra zarrapastrosa
ResponderEliminarsaludos
Un saludo, Omar, gracias por tu visita
EliminarY aún así resucita el nombre para hacerse poema. Muy bien, Fran. Un fuerte abrazo, amigo.
ResponderEliminarGracias, Marcos, un abrazo enorme!
EliminarRegistrado
ResponderEliminaren la bitácora de un adiós
se deseca su nombre,
aderezado en distancias
y migajas de intemperie...Prcioso poema, aún con todo lo que ha pasado, no olvida el amor que alguna vez fue.
Tus poesías llenan mi silenciosa vida. beso poeta
Gracias, Kika, un beso!
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