Una caricia clandestina,
de
un viento anónimo
fustiga
los cristales
de
la claraboya
entornada,
en
espera de silencios
sin
nombre
ni
distancias.
En
la buhardilla,
solitaria
y lúgubre,
una
sombra
abandona
el claroscuro
del
íntimo fortín
para
exhibirse
a
la intemperie
de
la edad.
Un
halo
de
pérfida abulia
transita
los pasajes
de
la ambigua
cotidianidad.
Frente
a la medrosa
estampa
indolente,
una
esquiva mirada
disimula
el iris
demorado
del hastío
tras
de una persiana
velada
y gris.
Se
suceden instantes
bizantinos,
colmados
de ripios
y
lamentos
en
el bulevar incoherente
de
la rutina.
Entretanto
los
vidrios del ahora
se
empañan
con
el vaho de las prisas,
mientras
la corriente,
mimosa,
abandona
su caricia
en
un escondrijo del ayer.
"Alambique de vestigios"
Editorial Quadrivium
Fran Picón
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