Entre los líquenes
de
la inconsistencia
se
perfila el discontinuo
devenir
del hoy.
Un
murmullo
de
aguas enrevesadas,
arrojando
gotas
de insolente
albedrío,
anega
el contexto
de
la rutina.
Una
leve brisa
abanica
el sudor
de
las prisas.
En
la mejilla
de
un ayer
vetusto
asoman
las
arrugas
de
un imberbe
mañana.
Avance
imperecedero
e
irreverente
hacia
un destino
sin
nombre