Hiela
en los arrabales de la
soledad,
en los caminos recónditos de
las miradas perdidas,
en el silencio dormido de la
palabra muerta,
en el balcón donde se asoman
las caricias olvidadas.
Hiela,
y muere abrasada cada saeta
del tiempo.
Se marchitan
las flores nacidas de la
semilla del miedo,
las esperas acotadas en los
mapas del olvido,
las espinas erosionadas por
la fuerza de un recuerdo,
las heridas infectadas por la
saliva del desprecio.
Se marchitan,
y brotan excitadas las frutas
de la ausencia.
Vuelan
las mentiras disfrazadas de
sueños y promesas,
las arrugas de una edad que
abandonó la paciencia,
las sabanas desteñidas de
sudores, gemidos y caricias,
las canciones afónicas de
gritos y somnolencia.
Vuelan,
y bucea entre las nubes el
sabor de tantos labios.
Se apagan
las llamas de la hoguera de
la vanidad y el orgullo,
las pasiones encendidas con
el fuego del desencanto,
las razones desubicadas en el
salón de los sentidos,
las aventuras consumadas
entre nicotina y alcohol.
Se apagan,
y se encienden los rubores,
los deseos y la melancolía.
"En la caída 2.0"
Fran Picón
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¡Precioso! Abrazo poeta.
ResponderEliminar¡Gracias! Un abrazo
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