Dime,
mujer
de mis sueños,
¿dónde
se disipa
la
saliva de tus besos?
¿dónde
se guarecen
las
caricias inhibidas?
¿dónde
hibernan
las
miradas furtivas?
¿dónde
se guarda
el
reflejo de tu cuerpo
cuando
abandona
la
segura intimidad
del
espejo?
dime,
mujer
de mis sueños,
¿en
qué tapiz
se
dibujan las sonrisas
que
enmarcan tus ilusiones?
¿en
qué recóndito retiro
escondes
los deseos
que
se amordazan
en
tu piel?
dime,
mujer
de mis sueños,
¿dónde
deserta la llave
del
confín del recelo?
¿en
qué andén
se
detiene el convoy
de
tus caderas?
¿dónde
se recoge
la
aureola de tu sombra?
¿en
qué edredón
se aplacan tus anhelos?
¿cuándo
trazarás
el
verso que te invoca?
pero,
no te olvides
y
dime,
mujer
de mis sueños,
¿dónde
se disipa
la
saliva de tus besos?
De "Alambique de vestigios"
Editorial Quadrivium
Francisco J. Picón
Todos los derechos reservados
Bello , bellísimooo !!!
ResponderEliminarSin palabras dejas a veces....
Sólo con grandes pensamientos...
eres grande muy grande poeta.
besos.
Gracias, Mary, mi grandeza está en vosotros, mis amigos y lectores. Un montón de besos.
EliminarFran..." Dime, mujer...."
ResponderEliminarRescato de tus letras...en que andén se detiene el convoy de tus caderas.
¡¡¡ precioso poema !!
un beso desde Argentinaaa
Gracias, Doris, un placer tenerte por aquí y un orgullo tus palabras. Besos.
EliminarSi la mujer de los sueños respondiera ya no se escribirían versos. Suerte de su silencio. Esta estrofa me gusta mucho, Fran:
ResponderEliminar¿dónde se guarda
el reflejo de tu cuerpo
cuando abandona
la segura intimidad
del espejo?
Un abrazo
Gracias, Marcos, por tu visita, por tus palabras, por tu amistad, por tu poesía... un abrazo
EliminarQue belleza, y cuantas preguntas que no solo las tienen la mujer de tu sueño. Como mujer a veces me pregunto: cuantas de estas preguntas tienen sus respuestas, cuantas veces hicimos eso, y cuales fueron los motivos.... Tantos y tantas veces que me doy cuenta que el amor tiene condiciones para nuestro género.
ResponderEliminarMuy, muy bueno.... toca profundo el poema.
Gracias, María Ester, me llenan de orgullo tus palabras. Un saludo.
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