En
la taberna
de
un distrito sin nombre,
al
calor de una timba
y
un vino de garrafa,
unas
cuantas soledades
se
disfrazan de compañía
en
una danza repetida
y
monocromática
Envidan
cantilenas
de
sirenas al compás
de
brindis al sol
y
capotes a la luna
del
cristalino de sus resacas,
enlutadas
de efluvios
de
alcohol y ficciones
Existen
cantinas
de
barrio
en
cada ciudad,
pobladas
de desiertos
en
torno a una mesa,
mientras
el carrusel
de
la indiferencia
se
condensa
en
la retina del tiempo
De "Alambique de vestigios"
Editorial Quadrivium
Francisco J. Picón
Todos los derechos reservados en el Registro de la Propiedad Intelectual
Vivimos en un mundo de indiferencia, por eso hay tanta soledad y desamor, se vive de prisa, de descreimiento, no se valora la vida, no hay tiempo, todo es ficticio, nunca terminas de conocer a las personas, son muy cambiantes, todo pasa por el poco afecto y desinterés en el cual vivimos. Me gustó tu poema, muy real, besos poeta. Kika.
ResponderEliminarGracias, Kika, por tus palabras y tus continuas muestras de apoyo y cariño. Besos
EliminarEs la soledad en compañía, ¡qué contradicción!, pero que gran verdad...
ResponderEliminarComo siempre tus poemas me deleitan.
Un abrazo Fran
Fina
Gracias, Fina, somos soledades colectivas en continua contradicción, un abrazo
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